22 de noviembre de 2011

Por una tierra sin condenados

CARTA ABIERTA/10
En medio de las grandes esperanzas, sucede nuevamente el penoso acontecer de la sangre derramada. El asesinato de Cristian Ferreyra es un hecho de inconmensurable gravedad. Afecta nuestras vidas no sólo porque nuestras vidas son de por sí afectadas por una memoria bien conocida, sino porque en cada una de estas muertes inocentes surge a bocanadas el signo de una historia irresuelta e injusta.

Son muertes inocentes no porque en estos luchadores no haya alguna vez un hierro candente en la mano o un puño que se cierre sobre una piedra. Son inocentes porque son muertes que nos siguen diciendo que una porción enorme de la historia argentina, ni siquiera en esta época propicia, consigue tener un balance templado y equitativo. Esta época no ha sido esquiva en generar justas reparaciones. Por el contrario, sus políticas tienen el signo de una cabal apuesta por la ampliación de la igualdad. Por ello mismo, debe ser propicia para mencionar estos hechos que le son extraños o anómalos.

Ferreyra es un nombre que surge de un anonimato tranquilizador, pero es el nombre de las cosas referidas al hierro, que de repente nos recuerda que somos mortales, seres precarios, que sólo tenemos nuestra muerte para representar toda una época entera con un fogonazo inesperado. Vivimos en ese sentido, todavía, en una época de hierro o con disyuntivas de hierro. Ferreyra, que era un militante de un movimiento social de autodefensa campesina, representa una larga historia.

18 de noviembre de 2011

Antes fue Mariano, ahora es Cristian Ferreyra


Por Carlos Girotti (*)
La denuncia del Movimiento Campesino de Santiago del Estero (MOCASE – Vía Campesina) no puede ni debe ser una denuncia más. Y no sólo porque el crimen que denuncia jamás tendría que caer en la impunidad, sino porque este crimen viene a sumarse a la inquietante serie de hechos que preceden al momento en que Cristina Fernández de Kirchner asuma su segundo mandato presidencial.

Una patota de sicarios irrumpió en la modesta vivienda que la familia Ferreyra posee en la Comunidad San Antonio, a 60 kilómetros de la localidad de Monte Quemado, y asesinó al joven Cristian, dejó muy mal herido de bala a otro joven que lo acompañaba, mientras que un tercero fue brutalmente golpeado. El asesinato se perpetró a sangre fría, con certeros disparos de escopeta, y luego los criminales partieron como si nada. El MOCASE – Vía Campesina identificó a los agresores como Javier y Arturo Juárez, dos individuos al servicio del empresario José Ciccioli, oriundo de Santa Fe, quien compró un campo de 2000 hectáreas en el que, vaya la casualidad, viven 600 campesinos desde hace muchos años. La organización viene denunciando la existencia de una política de amedrentamiento que como antecedentes reconoce la detención arbitraria de Ricardo Cuellar, el atentado a la FM Pajsachama, la quema de ranchos y pertenencias de campesinos. Todo esto al compás del tendido de alambrados y cierre de los caminos vecinales que les impiden a los pobladores del lugar el libre tránsito por las tierras que habitan.



15 de noviembre de 2011

El espejo europeo, el terrorismo mediático y nuestros “economistas”

La contratapa de Ricardo Forster en BAE 15-11-11

La estrategia sigue siendo la misma: un cóctel de catastrofismo con un complemento de la tan declamada ineficiencia gubernamental más una pizca de “sutil” campaña mediática dirigida, fundamentalmente, hacia los estratos medios siempre sensibles ante esos escenarios de incendio inminente al que son tan afines los grandes medios de comunicación. Pero para que el sabor sea más “original” y encuentre más y mejores consumidores, se le agrega, en abundante sazón, la sabiduría, tantas veces expresada con infatigable elocuencia, por los “economistas” del establishment, esos mismos que durante un par de décadas se dedicaron, full time, a desparramar su visión neoliberal al mismo tiempo que exigían, con vehemencia de guerreros cebados, la desarticulación del Estado, máximo responsable de la decadencia nacional. Como buenos intelectuales orgánicos al servicio del capital concentrado no han cesado en su prédica que no tenía ni tiene otro objetivo, además de suculentos honorarios, que beneficiar a sus generosos mecenas.