29 de enero de 2012

Londres manda otro “principito” a Malvinas


Publicado el 20 de Enero de 2012

Londres envía un nuevo “principito” a Malvinas en el marco de un rediseño estratégico militar británico. Rodear al príncipe William de un dispositivo armado, en un simulacro de peligro bélico argentino, constituye una creación de la misma calaña que el haber sostenido la existencia del “colonialismo” argentino. Una especie de gran espejo grotesco para invertir la realidad.
Tiene razón Martín Granovski cuando dice que “sería infantil suponer que es una salida militar sólo por razones internas”. Pero es necesario actualizar la crítica a la rémora colonialista que rige la política británica en épocas de profunda crisis internacional: es decir a la luz de las enconadas disputas actuales por la reconfiguración geoestratégica del mundo.La presidenta Cristina Fernández ha sabido leer esa nueva realidad, en lo que atañe a la Patria Grande, y les ha dicho a nuestros hermanos latinoamericanos que la ocupación colonial británica de Malvinas no es sólo un problema de la Argentina, sino una amenaza sobre toda América Latina. Es desde esa premisa presidencial que la labor diplomática obtiene el resonante apoyo del Mercosur y el CELAC.
La furiosa malvinización en que repentinamente se sumerge la política con David Cameron no es tan sólo del interés inglés. Hace tan sólo pocos días Barack Obama debió trazar un nuevo mapa para sus gastos militares, forzado por la drástica reducción del presupuesto de Defensa aprobado por su Parlamento. Curiosamente América Latina fue despriorizada. Pero advirtamos que EE UU, en un retroceso aparente, está empujando a sus socios a asumir roles que cubren las limitaciones  estadounidenses. Francia e Italia fueron sus mascarones en Libia y la malvinización bien puede ser otra cara del nuevo perfil de la OTAN, en este caso con el protagonismo de Gran Bretaña.
El dominio británico sobre las islas a comienzos del siglo XIX fue un remanente de su intento de extender los dominios de la corona a expensas de la decadencia de España en América. Fracasados sus planes sudamericanos, su pertinaz vocación colonialista hizo que mantuvieran a las “Falklands” como una suerte de “célula territorial dormida”, a activarse cuando fuese necesario. En ese aspecto la aventura militarista de Galtieri y Cía. es usada como excusa para el reforzamiento de su dispositivo bélico en las Malvinas. Hoy quieren y necesitan “facturar”: el horizonte de la explotación petrolera en el mar argentino, sumado a las importantes reservas marítimas brasileñas, convierten a las Malvinas en la potencialmente principal base militar para el control imperial en el Atlántico Sur, impensable sin la anuencia norteamericana. Y EE UU no tiene una “Base de Manta” en estas zonas. Limitados, política y presupuestariamente, los desplazamientos de la IV Flota estadounidense, las Islas Malvinas son un formidable portaaviones.
Hoy la Argentina no va a cometer el mismo error que la dictadura en 1982, que evaluó que EE UU iba a permanecer neutral. Cristina Fernández ha aquilatado suficientemente esas experiencias: sabe que nosotros pertenecemos a América Latina, que ese es nuestro bloque y que los intereses de las grandes potencias han desarrollado mezquinas lealtades que los unen en estos casos. La persistencia de mantener en la agenda presidencial la cuestión Malvinas habla de la alta conciencia del kirchnerismo sobre nuestros derechos soberanos. La labor diplomática incansable alrededor de las Resoluciones de las Naciones Unidas que incumple Gran Bretaña no dejan lugar a dudas sobre la vocación institucional y pacífica de nuestras políticas.
Sin embargo, los rasgos que va adquiriendo la extrema “malvinización” de Gran Bretaña y la militarización de las grandes potencias en general no augura nada bueno. Es necesario denunciar con vigor todo reforzamiento de las maniobras y las instalaciones militares en la isla, porque eso es lo que pone en peligro la paz en la región, y reclamar incansablemente que se reabra el diálogo y la negociación sobre la ocupación colonial. A la par, la Argentina debe redoblar sus esfuerzos por acordar una política de Defensa Común de la Unasur y establecer todos los mecanismos e instituciones regionales que sean necesarios.

11 de enero de 2012

A propósito de la aparición del primer documento de Plataforma 2012. Buenos Argumentos


“Argumentos para una mayor igualdad”







 Por Alejandro Grimson, Victorio Paulón, Jorge Gaggero, Florencia Abbate *
Esta carta pretende escapar a una falsa polarización. Quienes firman Plataforma, quienes adhieren y promueven Carta Abierta y quienes firmamos estos “Argumentos” afirmamos desear que la Argentina sea una sociedad más igualitaria. ¿Cómo es posible que nuestro diagnóstico acerca de lo que sucede en el país sea tan distante del de Plataforma?
El pensamiento crítico, que reivindicamos, distingue entre cualidades diferentes, se adentra con cuidado en procesos complejos. No descalifica a los adversarios o a quienes piensan diferente: construye argumentos. Quienes firmamos este texto creemos que es urgente desplegar un debate franco, que busque reconocer los matices y complejidades del proceso actual.
Cuando se parte de una presuposición, por ejemplo que este gobierno es calamitoso o maravilloso, y de ello se deriva que todo lo que haga ese gobierno tendrá esa misma cualidad, se está renunciando al análisis político y a la principal función de la crítica, que es la capacidad de distinguir.
Los firmantes de Plataforma 2012, con algunos de los cuales hemos compartido muchas luchas, parten de una idea que consideramos equivocada: este gobierno es nefasto y sólo hace cosas nefastas. Vamos a detenernos en las principales afirmaciones:
1 “Se ha profundizado la desigualdad”. Esto no puede afirmarse y menos aún al pasar. Los compañeros saben que hay distintas formas de estudiar la distribución del ingreso y que en cualquiera de ellas la desigualdad no se ha profundizado desde 2003 a la actualidad. La Asignación Universal, la ampliación de las jubilaciones, la reducción del trabajo precario (aún modesta para los objetivos que deben plantearse) ayudaron a eso. Las tan vapuleadas retenciones y el Impuesto a las Ganancias (aunque está pendiente una reforma impositiva) mejoran la distribución. Además, leyes como el matrimonio igualitario o del peón rural reducen otras desigualdades. Nos parece muy preocupante que se realice una afirmación tan grave sin análisis ni datos. ¿Acaso Plataforma no pretende convencer a los que piensan distinto?
2 Vemos con idéntica preocupación a la de los compañeros que desde los hechos del Parque Indoamericano en 2010 y la represión en Formosa, comience a agrietarse una de las grandes conquistas democráticas posteriores a los asesinatos de Kosteki y Santillán. Nos referimos a la máxima, tan criticada por los medios masivos, de que la policía concurra sin armas a las protestas sociales. El primer quiebre fue el asesinato de Fuentealba, con evidente responsabilidad de la policía provincial, que produjo una protesta de la CTA y de la CGT (incluyendo paro de actividades). El asesinato de Mariano Ferreyra, con gran repercusión, está siendo investigado y produjo la inédita consecuencia de un secretario general gremial preso. Ese hecho parece no existir para Plataforma. Por nuestra parte, consideramos imprescindible que el gobierno nacional tenga una política consecuente con su política de derechos humanos en relación con los asesinatos ocurridos en Jujuy, Santiago del Estero, Formosa y otras provincias. Una política que logre retrotraernos a la situación previa a los primeros muertos en protestas en las provincias. Creemos firmemente que es necesario que todas las organizaciones sociales, sindicales y de derechos humanos tomen esta cuestión como central en su agenda. Ese es el desafío no sólo para el Gobierno, sino también para muchos actores de la sociedad argentina.
3 Todos los gobiernos, de izquierda o de derecha, construyen relatos. La pregunta no es si los intelectuales se sienten interpelados por esos relatos. La pregunta crítica es qué habilitan y qué obstruyen dichas narraciones. Honestamente, entre quienes apoyan las principales medidas de los últimos años, vemos énfasis bastante distintos, comentarios críticos, disputas relevantes e irrelevantes. La crítica a la ley antiterrorista ha sido la muestra más reciente de lo que afirmamos: hay un debate público. No vemos un discurso único, salvo que así parezca el acuerdo profundo en enfrentar los discursos de aquellos economistas que quieren llevar a este país a los años noventa.
4 Existen disputas por la legitimidad política muy asociadas con los procesos de distribución económica. Y esas luchas son verdaderamente complicadas. No sólo porque una corriente progresista, que ha tenido diferentes capítulos en la historia del país, siga creyendo que las mayorías populares están engañadas, dado que han manifestado su apoyo a pesar de la supuesta “profundización de la desigualdad”. También, y principalmente, porque los poderes económicos y corporativos son mucho más reales de lo que un lector de la Plataforma podría suponer. En su texto no mencionan sus tensiones con el Gobierno: esas tensiones serían “puro relato”. Pero todos hemos visto actuar a los grupos rurales, eclesiásticos, a los medios, a transnacionales, fondos buitre y gobiernos extranjeros. ¿Qué fueron esos hechos? ¿Pura ficción?
5 Hoy se despliega en el país una tensión y una disyuntiva entre una concepción neodesarrollista, que en el fondo cree que mayores formas de inclusión y justicia serán alcanzadas gracias al crecimiento económico y una concepción igualitarista que cree en un desarrollo integral, económico, social, ambiental y cultural. Para evaluar hacia dónde nos lleva una ley o una política, no es suficiente mirar quién la vota: es imprescindible analizar sus efectos o no de transformación social.
6 Que haya acciones y metodologías del Gobierno que no compartamos (el Indec, la minería contaminante) no nos lleva a creer que exista hoy en la Argentina la posibilidad de una construcción de izquierda que insista en desconocer los avances logrados en estos años. Un pensamiento crítico comprometido con lo que hay que lograr, pero también con lo logrado, intervendrá activamente en el debate acerca de lo que falta, que es un avance cualitativo en todos los terrenos de una mayor igualdad.
Quienes creen que nos encontramos ante el demonio y que todo lo que vivimos es solamente una fantochada, una puesta en escena, cometen el error de persistir en un análisis que elude los temas centrales de las políticas del Gobierno y también hacen silencio ante el papel de los poderes a los que se enfrenta. Ese error profundiza la idea de que hay dos trincheras. Cuando tengamos un debate con matices, percibiremos que no serán los mismos los argumentos de los compañeros de Carta Abierta (que no pueden ser calificados como “voceros del Gobierno”) que los de Plataforma, pero tampoco los de sus integrantes. Quien conoce a las personas por sus trayectorias, sus hechos y sus dichos sabe que es bueno siempre juntarse, con el riesgo de que en el entusiasmo transmitido de unos a otros esa ausencia de matices pueda terminar en rejunte.
* También firman, entre otros, Roberto Pianelli, Alicia Azubel, Sandra Arito, Eduardo Menajovsky, Claudio Ingerflom, Luisa Valenzuela, Norma Díaz, Paula Abal Medina, Rita Segato, Gustavo Tieffenberg, Jorge Sarquis, Osvaldo Pedroso, Gerardo Aboy Carlés, Hugo Rapoport, Karina Bidaseca, Ariel Lupo, Laura Malosetti, Marta Dujovne, Jorge Kors, Nicolás Escobari, María G. Rodríguez, Damián Pierbattisti, Alejandro Falco, Estela Maidac, Alexandre Roig, José Lipovetzky, Nicolás Freibrun, Eduardo Smalinsky, Alcides Chiesa, Liliana Lukin, Víctor de Zavalía, Horacio Feinstein, Ana Cambours de Donini, Sonia Otamendi, Leda Schiavo, Sebastián Pereyra, Hugo Germano, Gabriel Noel, Daniel Mundo, Pablo De Biase, Ana Castellani, Martín Plot, Gustavo Dalmazzo, Juan Lo Bianco, Sergio Caggiano, Irma Zacaria, Juan Luis Fornero, Débora Gorbán, Cora Arias, Tukuta Gordillo, Graciela Jacob, Ariel Wilkis, Philip Kitzberger, Generación Política Sur, Juan Carlos Marín.