10 de diciembre de 2011

No somos neutrales


“La preeminencia de las corrientes ortodoxas en materia de pensamiento económico, durante los últimos treinta años constituyó el principal sustento ideológico de las políticas neoliberales aplicadas en la región, e implicó la negación axiomática del carácter esencialmente social y político de las relaciones vinculadas con la producción y distribución del excedente económico. La profusión de esta mirada redundó en un cambio cultural paradigmático con negativas implicancias en materia de desarrollo estructural y de derechos sociales y económicos básicos de nuestro pueblo”.

Desde el Espacio Carta Abierta Venado Tuerto (ECAVT), pensamos que es necesario desmenuzar las teorías económicas que dieron sustento a la aplicación de políticas neoliberales en nuestro país, para eso es necesario repasar la historia:

Nuestra moneda, desde el año 1930 a la fecha, sufrió la desaparición de 13 ceros, o sea, se devaluó o perdió trece ceros con respecto al dólar.

Para la memoria activa de los últimos años podemos decir que desde el Rodrigazo de 1975, pasando por la “tablita” de Martínez de Hoz y “el que apuesta al dólar pierde” de Lorenzo Sigaut, más el “Plan Austral”, el “Plan Primavera” y la hiperinflación de Alfonsín, conjuntamente con el “Plan Bonex” y la convertibilidad de Menem/Cavallo, la fuga aérea de De la Rúa/Cavallo y la tumultuosa salida de la convertibilidad acompañada por una devaluación espectacular de Duhalde /Remes Lenicov, se generó una cultura de refugio en el dólar donde para los argentinos es más importante ahorrar en dólares que mantener los pesos.


En el dólar se concentraron una serie de problemas que tiene la sociedad argentina: no sólo un conflicto económico, sino estructural y cultural. Cuando recorremos la historia desde los años ‘30 en adelante, vemos una coincidencia en políticas públicas que responden a un Estado liberal, con la prioridad de los mercados por sobre las personas. Es decir: lo estrictamente económico –en términos técnicos- se superpuso a lo social, como aquello vinculado a la cotidianeidad de las personas.

La filosofía del dólar como instrumento de una forma de vida, se condice con políticas donde se prioriza lo individual por sobre el conjunto de la necesidades del pueblo.

La desconfianza en la moneda nacional reflejaba el descrédito hacia los gobiernos de turno que, al plantear el dólar como respaldo, nos mostraban cómo la solidez del Estado norteamericano proveedor de dólares, se imponía sobre la debilidad e incapacidad del Estado argentino.

Cuando nos dicen que el mercado fija sus reglas de juego, nos están diciendo que el poder del capital está poniendo esas reglas por sobre la voluntad del pueblo. Nosotros decimos que los mercados deben subordinarse a la voluntad popular.

Al hablar de mercados debemos ser más claros y ponerle nombre y apellido. En este –como en otros campos- las abstracciones y generalizaciones siempre son el disfraz con el que se cuelan los intereses innobles y anti populares.

Son grandes empresas, bancos, medios de comunicación, sectores políticos, gremiales y religiosos que defienden intereses concentrados que, al verse afectados por políticas de Estado de gobiernos nacionales y populares que controlan y actúan contra ganancias desmedidas y privilegios, y a favor de una mejor distribución del ingreso, golpean de diferentes maneras, aunque la mayoría de las veces, artera y silenciosamente. En otras épocas, utilizando el Partido Militar. En estos tiempos, con golpes financieros que desestabilizan, condicionan y cambian gobiernos: descubrirlos y desenmascararlos es la tarea.

Hoy es el dólar el instrumento desestabilizador. Que busca una devaluación brusca, y que genera temor en los sectores medios-altos de la sociedad que tiene capacidad de ahorro en moneda extranjera.

Esos intereses de mercado generan un pánico mediático que se opone a la necesidad de que se genere una estrategia de producción, de evitar el endeudamiento externo como opción soberana, por sobre el refugio en una moneda que a nivel mundial está perdiendo valor y poder estratégico. Estos sectores actúan apelando a la desconfianza por razones históricas, pensando que todo estaba en su lugar cuando el dólar mandaba.

Amnesia selectiva, los mercados llaman a la memoria cuando de intereses económicos concentrados se trata, y sin embargo tiene olvido de desaparecidos y muertes de militantes populares, que combatían al capital inescrupuloso.

Debemos trabajar sobre los comportamientos sociales que a veces dañan más que un dólar barato. La gente que integra sectores medios altos –y como la llaman los mercados, actuando en manada- asustada por los medios de comunicación, genera una contracción económica que con el pretexto de salvarse individualmente perjudica al conjunto del pueblo que en su mayoría, está ajeno a estos acontecimientos.

¿Cuáles son los mercados que actúan sobre el dólar? Las grandes empresas, los bancos, las casas de cambio, las inmobiliarias y las mesas de dinero que clandestinamente actúan en la compra venta del dólar generando inestabilidad. Por los sombríos movimientos que ocurren en su interior, les llaman cuevas.

A todo esto lo tenemos en nuestra ciudad. Debemos entonces proponer trabajar en este objetivo de cambiar la cultura del dólar como elemento de seguridad individual, para restituir la confianza en nuestra moneda: pagar en pesos nuestras inversiones en casas, campos, terrenos o en lo que fuere. Debemos sostener la defensa de la moneda nacional, lo cual significa recuperar la soberanía monetaria y económica de la Nación.

Resulta fundamental continuar y profundizar la actual agenda regional e internacional de nuestro país. La crisis actual, centrada en las principales economías del planeta, evidencia la necesidad de avanzar en las iniciativas de integración. Más aún, constituye una oportunidad para establecer formas de coordinación diferentes de las impuestas por los estrechos límites del paradigma conceptual dominante hasta hace un tiempo en materia de economía internacional. Tales acciones son: el fortalecimiento de Unasur, la profundización del Mercosur ampliado, la coordinación macroeconómica conjunta, la desdolarización de los intercambios, el Banco del Sur y la banca de desarrollo en general, el crecimiento de la demanda interna y la distribución de la riqueza a escala regional, la resolución de asimetrías, el desarrollo de ciencia y tecnología. Para su éxito, estas iniciativas deben contar con una escala regional que las haga posibles. La noticia de los últimos días, con respecto a la creación de la CELAC es la confirmación de que nuestros gobiernos avanzan en el camino correcto.

Se deben utilizar las monedas de los países integrantes de nuestras asociaciones regionales como elemento de pago de las transacciones comerciales. Dejar al dólar, por ahora, para las importaciones, turismo y otros movimientos financieros extra Unasur.

Pensamos que las batallas culturales son importantes, este es el tiempo de comenzar. Debemos promover la cura de la enfermedad del dólar, de ese comportamiento autodestructivo que nos dejaron las políticas liberales del pasado.

Para ratificar la gestión de un modelo económico de desarrollo con equidad es indispensable la reconstrucción de un imaginario social que reafirma la relevancia de lo político y la intervención del Estado como requisito para lograr el crecimiento de la Nación.


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