7 de octubre de 2012

ATENTOS, UNIDOS Y ORGANIZADOS

La injustificada prolongación del conflicto suscitado por el personal subalterno de Prefectura y Gendarmería durante la semana pasada, ha demandado que nos planteásemos las consideraciones que surgieron durante nuestra Asamblea del día de ayer, sábado 6 de octubre de 2012, para hacerlas públicas y darlas a conocer a nuestra comunidad.

La primera y fundamental es reconocer el derecho de todo trabajador a reclamar por lo que considera justo, en el marco del irrestricto respeto que establece el estado de plena Democracia que rige en nuestro país. Sin embargo, la actitud de los involucrados en este conflicto y sus consecuencias aunque la corrección de las medidas resistidas haya sido prácticamente inmediata, debe llamarnos a reflexión.

17 de septiembre de 2012

Carta Abierta 12: "La Diferencia"


1. El actual gobierno mantiene una diferencia que se hace notoria cuando crece la espesura de hechos que son portadores de cierta turbación y ambigüedad. Pero en las innumerables tensiones de la hora, permanece siempre un sentido decisorio ligado a un círculo efectivo de protección de las grandes reformas introducidas en la vida social, en la economía de los sectores populares, en las acciones que involucran al Estado asumiendo responsabilidades colectivas indelegables. Y, desde luego, en el tejido de la memoria nacional, como lo demuestran los juicios que siguen ensanchando las fronteras de la democracia activa, hijos del hiato que significó la decisión de que los símbolos del terrorismo de Estado caigan de las paredes del Colegio Militar en donde superponían la historia aciaga del pasado con las historias nuevas que debía vivir el país.
Así, el kirchnerismo es un implícito y explícito sentido de la historia basado en el igualitarismo político, social y de género; en el desarrollo nacional compartido con nuevas políticas ambientales, lo que aún debe perfilarse con vigor e imaginación nueva; en la modernidad basada en críticas pertinentes a la globalización; en el autonomismo de los movimientos sociales, aun cuando entre ellos y el Estado todavía deben generarse posibilidades más ricas de interrelación; en la promoción científica y técnica bajo el doble resguardo de la soberanía nacional y la autonomía del pensamiento crítico; en un latinoamericanismo activo que se inspire en los legados más que centenarios y pueda concretarse en el siglo XXI en nuevas sociedades mancomunadas sobreponiéndose a las acciones desestabilizadoras que son un acecho permanente, como lo demuestra el caso del Paraguay. Y tantos otros hechos, operantes en la memoria pública, que no se pueden oscurecer por los tropiezos y obstáculos que se ciernen en el horizonte. Pero el kirchnerismo es también una actuación posible, necesariamente creativa, en un mundo capitalista en quiebra, que como decían viejos y respetables escritos, surge y crece con sangre entre sus poros, arrastrando a los procesos populares, muchas veces, en su ordalía de decadencia y servidumbre.

27 de agosto de 2012

Hora del retiro

En cada una de nuestras Asambleas quincenales, quienes integramos el Espacio Carta Abierta Venado Tuerto, valoramos el privilegio que significa para nosotros el estar situados en este espacio del tiempo y en este lugar de la Historia Argentina.

De este modo, cada vez que sucede algún hecho político de las características del que dio a conocer días pasados el Presidente del PJ de la provincia de Santa Fe, José Luis Freyre, de desafiliar del Partido Justicialista a todos aquellos que tuvieron participación activa en la dictadura militar, y poner a consideración de la sociedad a los que colaboraron siendo funcionarios volvemos a justipreciar la necesidad de mirar hacia atrás y revisar críticamente mucho de lo acontecido en aquellos años en los que, instalada la última dictadura cívico militar eclesiástica, se llevó adelante un proyecto socioeconómico de destrucción del Estado Nacional en perjuicio de los sectores populares.

Entendemos que esta decisión debería ser evaluada e imitada por el resto de los partidos políticos e instituciones públicas, para llevar adelante acciones similares.

Ha llegado el esperado momento en el que todas las personas que por una decisión personal de adhesión al régimen militar cooperaron con el gobierno que llevó adelante la dictadura, se retiren de la función pública. Pocas cosas resultan tan saludables como esta para la democracia.

Le damos la bienvenida a este gesto.

Venado Tuerto, Agosto de 2012.-
Espacio Carta Abierta Venado Tuerto












5 de marzo de 2012

Los usos del lenguaje

La contratapa de Ricardo Forster

Lo sabemos sin necesidad de ser semiólogos, lingüistas o lectores del Diccionario del Uso del Español de la inconmensurable María Moliner, que parece haberle seguido la pista y las huellas a todas las palabras de nuestra lengua: más allá del sentido literal, cada palabra guarda no sólo un plus siempre enigmático y una ambigüedad que vuelve fascinante la multiplicidad de sentidos que puede contener y que hace más rica la existencia de los seres humanos habilitando también el territorio de la literatura y la poesía que muestra la fecundidad inagotable del idioma, sino que, también y fundamentalmente, responde, la circulación del lenguaje, a los usos políticos, culturales, mediáticos e ideológicos que le imprimen, casi siempre, su espesor y el modo como impactan en la vida de una sociedad. Nunca, y eso también lo sabemos, el lenguaje es puro e inocente ni se asemeja a las aguas cristalinas de un arroyo de montaña; a medida que va recorriendo las formas laberínticas de la comunicación, su densidad y su opacidad se le agregan como si fuera una segunda naturaleza y cada una de las palabras va siguiendo un camino que se escinde de su sentido original abriendo nuevas significaciones que se relacionan directamente con las mutaciones de la propia realidad. Lo que, en todo caso, el lenguaje o el idioma nunca deja de guardar son las sedimentaciones que su uso va dejando en la memoria cultural. Lo sepamos o no, somos en al medida en que el habla nos atraviesa dejando sus marcas y abriendo continuamente un doble horizonte: el que nos hace viajar hacia el pasado trayéndonos las connotaciones que se esconden en el interior de una palabra que regresa sobre nuestra cotidianidad y aquel otro que le da forma a nuestro hacer transformador haciéndonos girar, también, alrededor de las mutaciones del propio lenguaje con el que construimos nuestro mundo. Una misma palabra, eso también lo sabemos o lo intuimos, tiene diferentes impactos allí donde cada momento histórico le otorga sus propias cualidades.
En una época atravesada de lado a lado por los lenguajes de la comunicación y de la información y en la que hay una relación estrecha y decisiva entre empresas massmediáticas y disputa por el sentido, resulta de una ingenuidad algo más que sospechosa creer que el uso y abuso de ciertos términos es el resultado de un juego espontáneo en el que la propia lógica de la comunicación social hace rodar palabras y conceptos que ocupan fuertemente la escena pública sin que tengan otra connotación que la mera casualidad o el juego azaroso a través del cual circulan las diferentes expresiones. Nada de eso. La circulación de determinadas palabras se relaciona directamente con ciertas “operaciones” que suelen ofrecerle, al lector crítico y atento, de eso que llamamos “realidad” las pistas como para descifrar qué se suele esconder detrás de la proliferación de tal o cual término repentinamente puesto de moda y repetido hasta el hartazgo por los grandes medios de comunicación en sus diferentes versiones gráficas o audiovisuales.
Una de esas palabras es “ajuste” (no deja de tener cierto interés, y de nuevo un modo de comprobar los cambios de sentido o de uso de acuerdo a las mutaciones históricas, que cuando María Moliner compuso su diccionario, allá por 1966, la bendita palabra remitía a muchas cosas menos al uso que hoy tiene en el terreno económico y a su inmediata connotación ideológica). Su sola mención abre una pequeña o gran conmoción en quien la escucha o en quien la pronuncia remitiendo, al receptor o al emisor, a experiencias ya vividas o absorbiendo, entre consciente e inconscientemente, un significado que, por ejemplo entre los argentinos, nos envía hacia un dèjá vu que no deja de erizarnos la piel allí donde nos recuerda su uso a destajo para avanzar, cada vez más, hacia una política devoradora de derechos, de conquistas sociales, de trabajo y hasta de dignidad en nombre de necesidades mayores y grandezas futuras que, en el mientras tanto, no hicieron otra cosa que dejar un tendal de daños y dañados que abarcaron la casi totalidad de la sociedad. La palabra “ajuste”, que hoy regresa brutalmente en la sociedad europea, a nosotros nos remite al ultraliberalismo del viejo Alsogaray y, más cerca en el tiempo, al corazón de las políticas neoliberales que hegemonizaron el sentido común durante la década del ’90. Una palabra, por otro lado, que quiere ser aséptica allí donde busca, vía la lógica del eufemismo, esconder el impacto de una determinada política que suele descargar todo el peso del “sacrificio” sobre las mayorías populares mientras sostiene a rajatablas el interés de los poderosos. Más difícil que encontrar una aguja en un pajar resulta encontrar algún momento político-social en el que el uso del término “ajuste” no haya ido en detrimento de esas mayorías. Su sola mención eriza la piel y nos pone a la defensiva (sería interesante preguntarles a griegos, italianos y españoles que sienten al escuchar, una y otra vez, que sus dirigencias políticas la pronuncian con tanta asiduidad y liviandad).
Lo paradójico del “retorno” de la palabra “ajuste” entre nosotros es que los que no se cansan de pronunciarla, a la hora de hablar de las actuales políticas económicas del gobierno de Cristina, son los mismos que sostuvieron, en los años del verdadero y brutal ajuste, todas aquellas acciones, desde Menem y Cavallo en adelante y que condujeron a la peor crisis social de nuestra historia, que recién comenzaron a ser revertidas cuando, de un modo inesperado, Néstor Kirchner llegó a la presidencia del país y comenzó un nuevo ciclo histórico que tuvo como norte orientador cambiar de raíz la lógica neoliberal. Y cambiar algo de raíz –es decir, someterla a la crítica– supone también modificar el sentido común y la persistencia de un idioma capturado por los engranajes discursivos y prácticos de un sistema, en este caso el neoliberal, que se encargó no sólo de transformar la estructura económica sino que también buscó alterar radicalmente la visión del mundo de la sociedad modificando, a su vez, la manera de decir y de relatar ese nuevo tiempo social, político y económico. De ahí el esfuerzo de dar una batalla por el relato que no se quedara en la simple constatación de las diferencias entre aquel modelo estructurado alrededor de la valorización financiera y este proyecto que intenta avanzar hacia otro modelo de acumulación que tenga en cuanta una más equitativa distribución de la riqueza.
Lo que la corporación mediática, centro neurálgico de la verdadera oposición, busca al reintroducir la palabra “ajuste”, como un modo de “sincerar” la “sintonía fina” de la que viene hablando Cristina como característica de la actual etapa, es vaciar de contenido político-ideológico al kirchnerismo denunciando su esencial “impostura” allí donde una cosa sería su retórica y otra sus acciones de gobierno. Según la oposición mediática (a la que ahora parece unírsele, creemos que por una falsa interpretación de la realidad y por una errónea política de disputa de liderazgo, un Hugo Moyano que parece haber “descubierto” que el kirchnerismo es igual al menemismo y que no hace otra cosa, finalmente, que equivocar el camino poniendo en entredicho los intereses y conquistas de los trabajadores a los que dice representar, intereses y conquistas que se multiplicaron en 8 años de una interesante alianza que nunca dejó de estar exenta de tensiones y contradicciones como parte de la complejidad de la vida democrática y de los difíciles equilibrios entre los intereses particulares y los intereses generales) estaríamos delante del final “del viento de cola” y, por lo tanto, del gran simulacro para regresar, aunque el gobierno no lo diga, a las tradicionales políticas de ajuste.
No eludir la disputa por el sentido implica, en este caso, desarmar la operación de la corporación mediática que intenta dañar al Gobierno apelando a lo que supuestamente sería un “giro a la derecha”, y una manera de hacerlo es darle contenido histórico y densidad política al uso, nuevamente, de ciertas palabras en contraposición a otras. Oponer la palabra “igualdad”, que Cristina ha vuelto a poner en el centro de la escena, a la palabra “ajuste” implica, una vez más, estrechar las relaciones entre el lenguaje y los grandes cambios de la vida social. Y eso, estimado lector, siempre lo supo la derecha que buscó ser la dueña del sentido común.

29 de enero de 2012

Londres manda otro “principito” a Malvinas


Publicado el 20 de Enero de 2012

Londres envía un nuevo “principito” a Malvinas en el marco de un rediseño estratégico militar británico. Rodear al príncipe William de un dispositivo armado, en un simulacro de peligro bélico argentino, constituye una creación de la misma calaña que el haber sostenido la existencia del “colonialismo” argentino. Una especie de gran espejo grotesco para invertir la realidad.
Tiene razón Martín Granovski cuando dice que “sería infantil suponer que es una salida militar sólo por razones internas”. Pero es necesario actualizar la crítica a la rémora colonialista que rige la política británica en épocas de profunda crisis internacional: es decir a la luz de las enconadas disputas actuales por la reconfiguración geoestratégica del mundo.La presidenta Cristina Fernández ha sabido leer esa nueva realidad, en lo que atañe a la Patria Grande, y les ha dicho a nuestros hermanos latinoamericanos que la ocupación colonial británica de Malvinas no es sólo un problema de la Argentina, sino una amenaza sobre toda América Latina. Es desde esa premisa presidencial que la labor diplomática obtiene el resonante apoyo del Mercosur y el CELAC.
La furiosa malvinización en que repentinamente se sumerge la política con David Cameron no es tan sólo del interés inglés. Hace tan sólo pocos días Barack Obama debió trazar un nuevo mapa para sus gastos militares, forzado por la drástica reducción del presupuesto de Defensa aprobado por su Parlamento. Curiosamente América Latina fue despriorizada. Pero advirtamos que EE UU, en un retroceso aparente, está empujando a sus socios a asumir roles que cubren las limitaciones  estadounidenses. Francia e Italia fueron sus mascarones en Libia y la malvinización bien puede ser otra cara del nuevo perfil de la OTAN, en este caso con el protagonismo de Gran Bretaña.
El dominio británico sobre las islas a comienzos del siglo XIX fue un remanente de su intento de extender los dominios de la corona a expensas de la decadencia de España en América. Fracasados sus planes sudamericanos, su pertinaz vocación colonialista hizo que mantuvieran a las “Falklands” como una suerte de “célula territorial dormida”, a activarse cuando fuese necesario. En ese aspecto la aventura militarista de Galtieri y Cía. es usada como excusa para el reforzamiento de su dispositivo bélico en las Malvinas. Hoy quieren y necesitan “facturar”: el horizonte de la explotación petrolera en el mar argentino, sumado a las importantes reservas marítimas brasileñas, convierten a las Malvinas en la potencialmente principal base militar para el control imperial en el Atlántico Sur, impensable sin la anuencia norteamericana. Y EE UU no tiene una “Base de Manta” en estas zonas. Limitados, política y presupuestariamente, los desplazamientos de la IV Flota estadounidense, las Islas Malvinas son un formidable portaaviones.
Hoy la Argentina no va a cometer el mismo error que la dictadura en 1982, que evaluó que EE UU iba a permanecer neutral. Cristina Fernández ha aquilatado suficientemente esas experiencias: sabe que nosotros pertenecemos a América Latina, que ese es nuestro bloque y que los intereses de las grandes potencias han desarrollado mezquinas lealtades que los unen en estos casos. La persistencia de mantener en la agenda presidencial la cuestión Malvinas habla de la alta conciencia del kirchnerismo sobre nuestros derechos soberanos. La labor diplomática incansable alrededor de las Resoluciones de las Naciones Unidas que incumple Gran Bretaña no dejan lugar a dudas sobre la vocación institucional y pacífica de nuestras políticas.
Sin embargo, los rasgos que va adquiriendo la extrema “malvinización” de Gran Bretaña y la militarización de las grandes potencias en general no augura nada bueno. Es necesario denunciar con vigor todo reforzamiento de las maniobras y las instalaciones militares en la isla, porque eso es lo que pone en peligro la paz en la región, y reclamar incansablemente que se reabra el diálogo y la negociación sobre la ocupación colonial. A la par, la Argentina debe redoblar sus esfuerzos por acordar una política de Defensa Común de la Unasur y establecer todos los mecanismos e instituciones regionales que sean necesarios.

11 de enero de 2012

A propósito de la aparición del primer documento de Plataforma 2012. Buenos Argumentos


“Argumentos para una mayor igualdad”







 Por Alejandro Grimson, Victorio Paulón, Jorge Gaggero, Florencia Abbate *
Esta carta pretende escapar a una falsa polarización. Quienes firman Plataforma, quienes adhieren y promueven Carta Abierta y quienes firmamos estos “Argumentos” afirmamos desear que la Argentina sea una sociedad más igualitaria. ¿Cómo es posible que nuestro diagnóstico acerca de lo que sucede en el país sea tan distante del de Plataforma?
El pensamiento crítico, que reivindicamos, distingue entre cualidades diferentes, se adentra con cuidado en procesos complejos. No descalifica a los adversarios o a quienes piensan diferente: construye argumentos. Quienes firmamos este texto creemos que es urgente desplegar un debate franco, que busque reconocer los matices y complejidades del proceso actual.
Cuando se parte de una presuposición, por ejemplo que este gobierno es calamitoso o maravilloso, y de ello se deriva que todo lo que haga ese gobierno tendrá esa misma cualidad, se está renunciando al análisis político y a la principal función de la crítica, que es la capacidad de distinguir.
Los firmantes de Plataforma 2012, con algunos de los cuales hemos compartido muchas luchas, parten de una idea que consideramos equivocada: este gobierno es nefasto y sólo hace cosas nefastas. Vamos a detenernos en las principales afirmaciones:
1 “Se ha profundizado la desigualdad”. Esto no puede afirmarse y menos aún al pasar. Los compañeros saben que hay distintas formas de estudiar la distribución del ingreso y que en cualquiera de ellas la desigualdad no se ha profundizado desde 2003 a la actualidad. La Asignación Universal, la ampliación de las jubilaciones, la reducción del trabajo precario (aún modesta para los objetivos que deben plantearse) ayudaron a eso. Las tan vapuleadas retenciones y el Impuesto a las Ganancias (aunque está pendiente una reforma impositiva) mejoran la distribución. Además, leyes como el matrimonio igualitario o del peón rural reducen otras desigualdades. Nos parece muy preocupante que se realice una afirmación tan grave sin análisis ni datos. ¿Acaso Plataforma no pretende convencer a los que piensan distinto?
2 Vemos con idéntica preocupación a la de los compañeros que desde los hechos del Parque Indoamericano en 2010 y la represión en Formosa, comience a agrietarse una de las grandes conquistas democráticas posteriores a los asesinatos de Kosteki y Santillán. Nos referimos a la máxima, tan criticada por los medios masivos, de que la policía concurra sin armas a las protestas sociales. El primer quiebre fue el asesinato de Fuentealba, con evidente responsabilidad de la policía provincial, que produjo una protesta de la CTA y de la CGT (incluyendo paro de actividades). El asesinato de Mariano Ferreyra, con gran repercusión, está siendo investigado y produjo la inédita consecuencia de un secretario general gremial preso. Ese hecho parece no existir para Plataforma. Por nuestra parte, consideramos imprescindible que el gobierno nacional tenga una política consecuente con su política de derechos humanos en relación con los asesinatos ocurridos en Jujuy, Santiago del Estero, Formosa y otras provincias. Una política que logre retrotraernos a la situación previa a los primeros muertos en protestas en las provincias. Creemos firmemente que es necesario que todas las organizaciones sociales, sindicales y de derechos humanos tomen esta cuestión como central en su agenda. Ese es el desafío no sólo para el Gobierno, sino también para muchos actores de la sociedad argentina.
3 Todos los gobiernos, de izquierda o de derecha, construyen relatos. La pregunta no es si los intelectuales se sienten interpelados por esos relatos. La pregunta crítica es qué habilitan y qué obstruyen dichas narraciones. Honestamente, entre quienes apoyan las principales medidas de los últimos años, vemos énfasis bastante distintos, comentarios críticos, disputas relevantes e irrelevantes. La crítica a la ley antiterrorista ha sido la muestra más reciente de lo que afirmamos: hay un debate público. No vemos un discurso único, salvo que así parezca el acuerdo profundo en enfrentar los discursos de aquellos economistas que quieren llevar a este país a los años noventa.
4 Existen disputas por la legitimidad política muy asociadas con los procesos de distribución económica. Y esas luchas son verdaderamente complicadas. No sólo porque una corriente progresista, que ha tenido diferentes capítulos en la historia del país, siga creyendo que las mayorías populares están engañadas, dado que han manifestado su apoyo a pesar de la supuesta “profundización de la desigualdad”. También, y principalmente, porque los poderes económicos y corporativos son mucho más reales de lo que un lector de la Plataforma podría suponer. En su texto no mencionan sus tensiones con el Gobierno: esas tensiones serían “puro relato”. Pero todos hemos visto actuar a los grupos rurales, eclesiásticos, a los medios, a transnacionales, fondos buitre y gobiernos extranjeros. ¿Qué fueron esos hechos? ¿Pura ficción?
5 Hoy se despliega en el país una tensión y una disyuntiva entre una concepción neodesarrollista, que en el fondo cree que mayores formas de inclusión y justicia serán alcanzadas gracias al crecimiento económico y una concepción igualitarista que cree en un desarrollo integral, económico, social, ambiental y cultural. Para evaluar hacia dónde nos lleva una ley o una política, no es suficiente mirar quién la vota: es imprescindible analizar sus efectos o no de transformación social.
6 Que haya acciones y metodologías del Gobierno que no compartamos (el Indec, la minería contaminante) no nos lleva a creer que exista hoy en la Argentina la posibilidad de una construcción de izquierda que insista en desconocer los avances logrados en estos años. Un pensamiento crítico comprometido con lo que hay que lograr, pero también con lo logrado, intervendrá activamente en el debate acerca de lo que falta, que es un avance cualitativo en todos los terrenos de una mayor igualdad.
Quienes creen que nos encontramos ante el demonio y que todo lo que vivimos es solamente una fantochada, una puesta en escena, cometen el error de persistir en un análisis que elude los temas centrales de las políticas del Gobierno y también hacen silencio ante el papel de los poderes a los que se enfrenta. Ese error profundiza la idea de que hay dos trincheras. Cuando tengamos un debate con matices, percibiremos que no serán los mismos los argumentos de los compañeros de Carta Abierta (que no pueden ser calificados como “voceros del Gobierno”) que los de Plataforma, pero tampoco los de sus integrantes. Quien conoce a las personas por sus trayectorias, sus hechos y sus dichos sabe que es bueno siempre juntarse, con el riesgo de que en el entusiasmo transmitido de unos a otros esa ausencia de matices pueda terminar en rejunte.
* También firman, entre otros, Roberto Pianelli, Alicia Azubel, Sandra Arito, Eduardo Menajovsky, Claudio Ingerflom, Luisa Valenzuela, Norma Díaz, Paula Abal Medina, Rita Segato, Gustavo Tieffenberg, Jorge Sarquis, Osvaldo Pedroso, Gerardo Aboy Carlés, Hugo Rapoport, Karina Bidaseca, Ariel Lupo, Laura Malosetti, Marta Dujovne, Jorge Kors, Nicolás Escobari, María G. Rodríguez, Damián Pierbattisti, Alejandro Falco, Estela Maidac, Alexandre Roig, José Lipovetzky, Nicolás Freibrun, Eduardo Smalinsky, Alcides Chiesa, Liliana Lukin, Víctor de Zavalía, Horacio Feinstein, Ana Cambours de Donini, Sonia Otamendi, Leda Schiavo, Sebastián Pereyra, Hugo Germano, Gabriel Noel, Daniel Mundo, Pablo De Biase, Ana Castellani, Martín Plot, Gustavo Dalmazzo, Juan Lo Bianco, Sergio Caggiano, Irma Zacaria, Juan Luis Fornero, Débora Gorbán, Cora Arias, Tukuta Gordillo, Graciela Jacob, Ariel Wilkis, Philip Kitzberger, Generación Política Sur, Juan Carlos Marín.